Autor: Ing. Enrique Baliño –
Marty:
La primera vez que me fui a trabajar a la casa matriz de IBM en NY, era muy joven. Estaba muy orgulloso de ser el primer uruguayo allí.
Mi jefe se llamaba Marty Kesmodel. Un americano alto, gran líder, trabajador incansable, con un humor espectacular, muy exigente y una excelente persona. Fue una de las personas que más incidió en mi desarrollo personal y nunca lo olvidaré.
La comunicación con él era siempre muy fluida: era una persona frontal y no andaba con vueltas, pero siempre tenía esa calidez necesaria en las conversaciones. Decía lo que pensaba, francamente y sin edulcorar la realidad, pero siempre cuidando las formas. A mí eso me encantaba.
Un Proyecto Muy Difícil
Un día, Marty me asignó un proyecto complicado.
A los pocos días, en nuestra reunión semanal mano a mano, que sistemáticamente teníamos, le di mis impresiones sobre dicho proyecto e intercambiamos ideas, me mostró posibles alternativas, hizo muy buenas preguntas, etc. Todo como era su costumbre, pero al final de la conversación, ya yéndome de la oficina le dije:
“Marty, esto es muy difícil”. Marty se reclinó en su asiento, se sacó los lentes y con una amplia sonrisa me dijo: “ponete contento, Enrique”.
Sinceramente la respuesta me confundió.
¿Por qué tendría que “ponerme contento”? Me enfrentaba a un enorme desafío y no sabía si tendría éxito. En fin, me parecía hasta desubicado el comentario así que, con total ingenuidad, le pregunté:
“¿por qué tengo que ponerme contento?” Y Marty me contestó: “porque sino, ¡no te necesitamos!” y se puso a reír a carcajadas.
Me contagió su risa y entendí su profundo mensaje.
El Síndrome E.M.D
Desde ese día me propuse abrazar lo difícil y erradicar de mi vida el síndrome “E.M.D.: Es Muy Difícil”.
Muchas veces, en nuestro trabajo (o en cualquier cosa que hagamos), solemos quejarnos porque algo que tenemos que hacer “es muy difícil”.
Sin embargo, si reflexionamos sobre nuestros desafíos, podemos llegar a una conclusión que nos ayuda en este sentido: en realidad, si lo que queremos es hacer cosas fáciles, eso lo puede hacer una computadora o un robot. De hecho, lo que he observado en quienes se desarrollan a nuevos niveles, es que:
- Abrazan lo difícil,
- Se proponen metas desafiantes y
- Disfrutan el proceso de tomar los obstáculos como desafíos y superarlos.
La frase “los campeones se comportan como campeones antes de ser campeones” es lapidaria. Tienen una actitud de no saltear nada del proceso de mejora. Lo difícil los entusiasma. Los entrenamientos son duros pero disfrutan ese proceso de superación, haciendo cosas cada vez más complejas y exigentes.
Cuanto más difícil sea lo que hagas, más útil vas a ser y por lo tanto, más valioso.
Y así vas a poder tener un lugar en la inevitable transformación. Por eso la mejora continua es tan clave.
No importa cuán bien lo hayas hecho, de lo que se trata es de hacerlo mejor. Y ya sabemos que “es muy difícil”. No lo digamos más.
Sobre el autor:
Enrique Baliño es un reconocido conferencista internacional y autor de numerosos artículos sobre temas de desarrollo de liderazgo, gestión, cultura organizacional, el rol de las organizaciones en la sociedad, emprendedurismo, entre otros. Es autor del libro “No Más Pálidas – cuatro actitudes para el éxito”, publicado en Junio de 2010 por Xn Publishing, unidad editorial y de contenidos de Xn, que continúa siendo uno de los libros más vendidos en Uruguay. Integra y asesora directorios de empresas y es miembro de los Consejos Directivos de varias organizaciones sin fines de lucro. Tuvo una extensa y destacada trayectoria en IBM donde fue Presidente y Gerente General de IBM Uruguay, Director de Satisfacción de Clientes para IBM Latinoamérica, Gerente General y Director para el Sector Público para Latinoamérica y Presidente y Gerente General de IBM Latinoamérica Sur. Es Académico Ingeniero Titular de la Academia Nacional de Ingeniería y Miembro de la Academia Nacional de Economía. Es miembro consultivo de la facultad de Ingeniería de la Universidad de Montevideo. Es Ingeniero de Sistemas de la Facultad de Ingeniería de Uruguay y obtuvo educación gerencial en las universidades Carnegie Mellon (Pittsburgh) y Columbia (New York).
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